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Y al tercer robo, empató (1-1)
David Castillo   |   16 de Octubre de 2022  -  21:04:04
En el repique de campanas de las 12 de la mañana del día del señor, el Yeclano se dio fraternalmente la paz con el Ucam del gran poder en un partido con altibajos en el que Alvarito igualó la ventaja adquirida previamente por los universitarios. Y como viene siendo ya tradición en las homilías de La Condomina, la labor arbitral volvió a ser grotesca al omitir un clarísimo penalti en el último minuto para el Yeclano en el que Saiz Villares dispuso sibilinamente aquello de "aquí paz y después gloria".

Vayamos por partes. El Ucam fue mejor en varias fases del juego, pero no lo suficientemente superior a un Yeclano muy mermado. Porque de no haber sufrido la lesión en el calentamiento de Pau Pérez, o habiendo dispuesto de más efectivos ante las bajas de Víctor Oliver, Revilla o Riquelme o los problemas de González o Uclés, quizá se habría dado la tesitura perfecta para asaltar por primera vez el emblemático templo de Ronda de Garay ante el ruido de alarmas en la casa del señor Mendoza.

Durante la primera parte, los jugadores del Yeclano parecían faltos de sobriedad pero resultones. Con su risueña juventud había momentos que parecían ovejas en medio de lobos ante uno de los mayores presupuestos de la categoría. Pero con su interés por crecer se mostraban cautelosos como serpientes pese a seguir siendo todavía inocentes como palomas.

Solo un error en un córner que Salazar desaprovechó en el segundo palo y un pase filtrado a Alfredo donde el extremo la cruzó en demasía fueron las amenazas más destacadas del Ucam. Mientras, los azulgranas se volvían mojigatos al sobrepasar los tres cuartos, pareciendo querer esperar hasta el matrimonio. O al menos hasta el descanso. Porque en la reanudación el Yeclano salió con más carácter, y Salinas puso en apuros a Pau Torres.

Sin embargo, aquello fue un arranque de caballo con parada de burra. Porque tras las primeras carreras de esta segunda parte, el depósito de la mayoría de futbolistas empezó a entrar en reserva y el Ucam introdujo cambios del nivel de Abenza e Isra Cano que rápidamente fueron arrinconando a los azulgranas. Previsibles, más débiles e incluso dóciles, los de Adrián Hernández parecían resignarse rogando aquello de señor, ten piedad de nosotros. Chumbi primero y Alfredo después rozaron el gol en pleno via crucis azulgrana.

Sin fuelle, con lentitud en las sustituciones, sin cambios tácticos ni temporizaciones, todo apuntaba a que el gol del Ucam llegaría de maduro. Y así fue. Buena irrupción vertical de Alfredo apoyándose en Chumbi y cruzada letal para marcar. Los católicos eran superiores y con el cúlmen del gol parecía que levantaban en el altar el cáliz de la alianza nueva y eterna para el perdón de sus pecados. Sin embargo, el gol del Ucam curiosamente anunció el sacramento de nuestra fe en los de Adrián. Porque el Yeclano parecía anunciar su muerte, pero rápidamente proclamó su resurrección ante la sorpresa de todos.

Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Con mutación táctica y entrada de Luispa mediante, Álvarito se hizo paso entre las aguas marinas de la defensa del Ucam en una brillante y decidida conducción, y cruzó la bola con precisión por el único pasillo que le dejó Pau Torres. A partir de ahí, pudo pasar cualquier cosa.

Pero lo que pasó fue lo que siempre ha pasado cuando con la iglesia hemos topado en La Condomina. Bula arbitral. Si el andaluz Morales Moreno anuló el legalísimo gol del empate de Cristian Perales en 2021, y el balear Mateo Busquets en 2020 pitó un penalti mucho más dudoso por manos de Alayeto que el que no pitó a Johan, el también balear Federico Javier Saiz Villares no quiso pitar en el descuento una mano clamorosa de Migue Marín que fue un penalti como una catedral. Por un momento, el milagro que se obró en La Condomina fue dejar ciego durante unos segundos al trencillas, y, sobre todo, a su línea Gómez Gómez.

Lamentablemente, en esto del fútbol el hombre propone, y los colegiados disponen. Quizá es hora por parte del club de que cuando alguien le pega en una mejilla, en vez de ofrecerle también la otra, se persone en la Federación y muestre, por ejemplo, el gol legal anulado en el 0-0 de Jerez a Gabri Clemente, el penalti con el que el Vélez abrió el marcador en Yecla, la facilona muestra de amarillas en varios partidos o este penalti no pitado en el último minuto. Porque acumular tantas decisiones determinantes en tan pocos partidos es un agravio competitivo.

Pero más allá del mal sabor de boca de este penalti hurtado en lo que es un valioso punto, llegan dos encuentros consecutivos en La Constitución donde el equipo tiene que decidir si quiere recaer en un Vélez o continuar reconstruyendo la Galia. Todo ello bajo una interesante interrogante: ¿de qué será capaz este equipo cuando disponga al 100% de sus dos organizadores lesionados como Uclés y Riquelme, y cuando abandonen definitivamente la pubertad futbolística?








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